Cuando pasé a tu casa, me dijeron que no estabas.
Que te habías fugado con no sé quién por la corniza.
Me dijeron que te contoneabas y vestías de oscuro.
Que ibas con un animal sin rostro y sin futuro.
Cuando pregunté por ti preguntaron por mi.
"¿Qué haces sí sabes que no está aquí?"
Conteste como siempre en ternura.
"Debe estar escondida, no tiene ganas de huir."
Pero fue cierto, te fugaste cuál gata en celo,
llevándote leche y arena a tu nuevo cuartel,
dejándome mierda de felino en la pared,
y semen tirado el cual estuve dispuesto a beber.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario