La tormenta se llevó en una noche tu deseo,
Que es más grande ahora, me es ajeno.
La noche ya no deja ver la luna desde tu lecho.
A mi, hombre, me han negado tus senos.
Los cascos de bala, ahora están mojados.
Mi artillería se malgastó con el tiempo.
Mi sombra ya no está acompañada de recuerdos,
Mi luz ya no es la misma sin tu encuentro.
Opérate para no reconocerte;
Cámbiate de nombre para desconocerte;
Quítate la ropa, no quiero obedecerte.
Rompiste el esquema para someterme.
Se ha roto el encanto, y con él, los anhelos.
Se ha marchitado de nuevo la rosa invisible.
Me he tronado los dedos, mordido los verbos.
Te me escapaste por no saber cómo retenerte.
Y ahora estoy cada noche escuchando
Canciones que pertenecían a un dueto.
Y tú estás comiendo chocolate,
Compartiendo con otra boca.
Ardido por el fuego que nos consumió,
Enojado por la rabia que me recetó el doctor;
Así estoy, desde esa noche, última noche,
Desganado por el cuento que ya acabó.
viernes, 20 de junio de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)